Transdisciplinariedad

Transdisciplinariedad

La mañana del sábado 24 de marzo de 2018, 14 años después del día 1, hubo un antes y un después en el Curso de Jóvenes Escritores. Hubo un érase una vez una eclosión de talentos en la Escuela Literaria. Nos visitaron de manera espontánea, como si una confabulación de planos temporales se fusionaran y un generador de antiguos alumnos del Curso de Jóvenes Escritores teletransportara jóvenes brillantes pulidos literariamente en la Escuela, eso es: Vino el magnético Carlos Moreno, que actualmente cursa el grado de Matemáticas y el grado de Ingeniería Informática en la Complutense, además de dirigir un grupo de teatro universitario y estar contratado por la misma universidad, para asesorar a preuniversitarios en la compleja decisión de decidir sus carreras. También apareció el enigmático Jorge Maury, actual y flamante ganador la Olimpiada de Filosofía de Canarias, organizada por la Universidad de La Laguna, que quiere estudiar el doble grado de Derecho y Ciencias Políticas. Y se volvió a abrir la puerta y apareció la Reina Oscura, Attenya Álvarez, que tras finalizar su Bachillerato de Artes con Matrícula de Honor, cursa el grado de Traducción en la Complutense, y que quiere ser editora. Lo será. ¡Sésamo ábrete! Y entró Jorge Esquivel, amante de la cultura popular española y futuro Almodóvar, así se presenta él.

Todos se reunieron con mis actuales jóvenes escritores, que estaban escribiendo una mini obra de teatro y tomando chocolate y cruasanes, cuando en un leve aleteo de mariposas, en una suerte de pedagogía natural, les ayudaron con su pequeño caos y resolvieron sus dudas, les dieron un argumentado comentario crítico y les aplaudieron. Les enseñaron a escribir y a pensar, a desarrollar su capacidad intelectual, a expresarse con lógica y con un vocabulario rico, y desde la sabiduría del que no sabe que sabe, desplegaron su ingenio creativo en mil colores, con ideas repletas de honrados argumentos políticos, ideas nutridas de gran conciencia social, innovadoras hipótesis filosóficas, necesarios planteamientos socráticos, verdades lingüísticas, exquisitos posicionamientos feministas unificando amabilidad, razón y una extraordinaria fe en el conocimiento.

Los mayores enseñaban a sus compañeros más pequeños que es esencial aprender a escribir, porque quien sabe escribir sabe pensar, y mi milagro de Escuela, mi proyecto maravilloso echó a volar, y mis chicos fueron preceptores, se desplegaron las mentes y mostraron que es esencial esforzarse en descubrir que todas las disciplinas nos enseñan desde el lenguaje porque la palabra está intrínsecamente ligada a nuestro pensamiento, ese eje capaz de cruzar transversalmente la emoción que se posa sobre el futuro que precisa expresarse libremente. Vi revolotear 15 mentes maravillosas sobre mi cabeza.

Pero yo soy una mentora de jóvenes escritores y no me olvido de los grandes artistas, esos que quizás suspenden hasta en recreo porque la insumisión, la rebeldía, el hedonismo y el ingenio descansan en las mentes más ruidosas. A todos ellos, a los que traslucen y demoran la belleza de sus obras y descuidan los estudios, les aconsejo que se espabilen y derrochen su tiempo también en cultivar su talento.

Los profesores hemos de enseñar para que todos aprendan, parece una perogrullada, pero si no aprenden no hemos hecho más que lucir nuestro saber estéril. Ahora que, si ponemos la emoción al servicio de la educación y nos permitimos cambiar el sistema educativo destruyendo la costra seca y vieja de lo que ya no funciona en modo alguno, construyendo y trabajando por proyectos multidisciplinares, haciendo que todas las materias formen un todo, que se deje de hacer el silencio y la inmovilidad en las aulas muertas y que la creatividad forme parte esencial de la formación, conseguiremos que se estudie con motivación y que cada concepto aprendido sea asimilado con maestría y sin pactos con el olvido, si ponderamos que el estudio per se nunca será el fin, se estudia para ayudarnos, polinizarnos con lo que sabemos para construir un mundo mejor, más sabio y bueno.

He podido saber en 20 años de enseñanza que tenemos que construir un arco iris educativo que recorra toda la paleta de disciplinas, sin cerrar la puerta de ninguna materia, sin distribución por intereses estancos porque todas los saberes se pueden abordar si elaboramos nuevos programas adaptados a las nuevas generaciones. Enseñémosles dibujo, música, biología, matemáticas, filosofía, informática, lengua y literatura, creación literaria, cocina y nutrición, medio ambiente, fotografía, cine, natación, ética y valores humanos, oratoria, historia universal, historia de las religiones, danza, teatro, gimnasia, yoga y nuevas tecnologías. 

Todas las materias son igual de importantes y de todas han de aprender desde sus múltiples capacidades, que no en todos son las mismas y todas son igual de importantes. 

Todos los educadores han de trascender su espacio disciplinar, cooperar y hacer equipo, interactuar, investigar con otros profesionales y compartir información, conocimientos o habilidades. Este es el método, lo he visto con los ojos de mis alumnos. 

La Transdisciplinariedad será hilo conductor de la nueva educación que ya está llamando a la puerta.

Antonia Molinero

Directora de la Escuela Literaria, profesora de Creación Literaria.

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